«Viviendo Auténticamente:  Integrando Sentimientos, Pensamientos y Acciones en el Camino de Crecimiento Personal»

En el transcurso de nuestras vidas, nos encontramos con un desafío común:

Mantener una coherencia genuina entre nuestras emociones, pensamientos y acciones. A menudo, este desafío que podemos identificarlo en nosotros mismos, generando una sensación de frustración. Reconocer la importancia de esta congruencia es esencial no sólo para reflejar sinceridad en nuestras palabras, sino también para honrar nuestras propias necesidades y alcanzar la serenidad y bienestar interno que proviene de vivir auténticamente.

El proceso de lograr esta coherencia trasciende el ámbito meramente cognitivo; es un trabajo que involucra exploración interna y autoconocimiento profundo. A menudo, los bloqueos que obstaculizan esta congruencia están arraigados en nuestros mecanismos de defensa, patrones de comportamiento aprendidos que nos permiten adaptarnos al entorno en el que crecimos, y que definen nuestra percepción del mundo y nuestra personalidad.

«La autenticidad se encuentra en la armonización de nuestros pensamientos, emociones y acciones, en una danza fluida que refleja la esencia única de cada individuo.» – Abraham Maslow

Por ejemplo, hay quienes enfrentan dificultades para sintonizar con sus propios deseos y emociones auténticas. Estas personas a menudo se desconectan de sus emociones, y sus respuestas se basan en directrices impuestas, creencias rígidas o supuestos «deberías», creando un conflicto interno entre lo que realmente necesitan y lo que piensan que deberían hacer.

Todo esto ocurre en su mayoría inconscientemente, y aunque tratamos de seguir una coherencia, para vivir en mayor armonía, existen muchos variables que nos llevan a no lograrlo, por eso quiero ponerte algunos caso a modo de ejemplo con los que quizás te sientas identificado o encuentres una luz y entendimiento en tu propio proceso personal:

Un caso ilustrativo es el de Ana, se encuentra en una reunión de trabajo donde siente enojo y frustración por no poder presentar su propia idea. Aunque internamente reconoce estos sentimientos, los atribuye a su compañero Juan, pensando que él es dominante y egocéntrico. Ana no se permite reconocer su propio enojo y competitividad, ya que tiene la creencia que estos sentimientos son negativos. Los proyecta hacia Juan, en lugar de reconocer que esos sentimientos provienen de su interior. Ocultando su propio enojo y competitividad. Actúa distante y no participa en la discusión, contradiciendo su deseo interno de compartir su propuesta. Crea una contradicción entre lo que siente, piensa y hace, al atribuir sus sentimientos a Juan y reprimir su autenticidad.  

Otro ejemplo relevante que tiene que ver con el mecanismo de creernos ideas sin digerirlas (introyecto) se ve la autoexigencia perfeccionista que Carlos lleva consigo en su trabajo, ya que Calos tiene la creencia que sus colegas esperan un alto nivel de perfección de su parte, y si no cumple con esas expectativas, lo considerarán incompetente. Su creencia es que si no lo hace todo perfecto, lo consideran incompetente y no valido. Aunque internamente lucha con esta ansiedad, atribuye la expectativa de perfección a sus colegas, creyendo que deben considerarlo incompetente si comete errores. Actúa meticulosamente para complacer a los demás, aunque eso afecte su bienestar personal. Esta creencias crea una contradicción entre sus sentimientos, pensamientos y acciones, ya que su comportamiento refleja la autoexigencia asumida en lugar de su deseo de liberarse de ella de la cual habla sus emociones cómo ansiedad y malestar.

La retroflexión, que dirige los sentimientos y acciones hacia uno mismo, también juega un papel importante. Marta experimenta enojo hacia una amiga pero, se culpa a sí misma en lugar de expresarlo directamente. Aunque Marta siente enojo legítimo hacia su amiga, se reprime a sí misma y desvía esos sentimientos hacia adentro en forma de culpa. Esto resulta en una contradicción entre su enojo no expresado y su actitud de complacencia hacia su amiga, lo cual no refleja su verdadera experiencia interna. Esta contradicción entre sus sentimientos, pensamientos y acciones resalta cómo llevar el enojo hacia adentro en lugar de hacia afuera crea una desconexión entre su experiencia interna y su expresión externa.

En otro escenario, la confluencia nos lleva a fundirnos tanto con los demás que perdemos nuestra identidad y deseos. Jorge evita expresar sus opiniones para mantener la armonía con su pareja, creando una contradicción interna entre su autenticidad y su deseo de evitar confrontaciones.

Por último, otro muy importante es un mecanismo que nos congela ante las emociones, la desensibilización. Laura que es médica, a pesar de que interiormente se siente tristeza y empatía por las difíciles situaciones que enfrentan, evita conectarse emocionalmente para protegerse. A lo largo del tiempo, su respuesta emocional se ha atenuado y ya no siente la misma intensidad de emociones. Esto  afecta la calidad de sus interacciones y su bienestar. Crea una incoherencia entre lo que Laura siente, piensa y cómo actúa. Aunque Laura experimenta tristeza y empatía, actúa distante y objetiva para protegerse emocionalmente. Esto genera una contradicción interna entre su capacidad de sentir emociones genuinas y su elección de desconectarse como mecanismo de defensa.

A través de estos ejemplos , podemos ver la complejidad con la que los seres humanos interpretamos nuestra realidad y navegamos por el mundo. La coherencia entre estos tres aspectos fundamentales: sentir, pensar y actuar, no es una tarea trivial. Para alcanzarla, es crucial adentrarnos en el autoconocimiento, comprender cómo funcionamos en el mundo y tomar conciencia de los mecanismos que influyen en nuestras elecciones.

La coherencia va más allá de meros dogmas o reglas impuestas; se trata de un viaje interno que implica descubrir nuestra autenticidad, ya que solo nuestro cuerpo guarda la sabiduría de nuestras necesidades y nuestra historia vital única. El aprendizaje de recursos para escuchar nuestro cuerpo y auténticas emociones es vital. Identificar nuestro carácter y los mecanismos que utilizamos para enfrentar la vida nos permitirá develar los personajes que representamos y cómo actúan en nuestra experiencia, a menudo conduciéndonos hacia el sufrimiento.

La transformación de estas incoherencias internas resulta esencial para lograr una vida plena y auténtica. El autoconocimiento profundo a través de la terapia psicológica es fundamental en este proceso. Al abordar nuestras conductas arraigadas y patrones limitantes a través de metodologías específicas, como aquellas que brinda la terapia Gestalt, entre otras terapias psicológicas, nos permite agilizar nuestra transformación.

Esta exploración nos ayuda a desenmascarar nuestro ego y a redefinir nuestras interacciones con el mundo. Conforme avanzamos, encontramos un camino hacia una congruencia interna que nos permite vivir con plenitud y autenticidad, estableciendo una conexión profunda tanto con nosotros mismos, nuestra esencia como con el entorno que nos rodea.

«El individuo debe aprender a diferenciar sus emociones y pensamientos, y al mismo tiempo, encontrar la manera de integrarlos en una unidad coherente que le permita vivir auténticamente.» – Carl Jung

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